El encuentro: Día 6 de Julio de 2012. Son las primeras horas de la tarde. Falta poco para las cuatro y media. A esa hora tengo que estar tocando el timbrea cierta altura de cierta calle de la infinita Buenos Aires, donde el mismo Guillermo Ouviña, un gran pensador argentino, me está esperando para conocernos. Hace semanas atrás tomé la decisión de llamarlo y poder concretar un anhelo que tuve desde hace unos años cuando comenzó a intrigarme quien estaba detrás de esos textos que tanto me habían despertado la atención y ayudado a pensar, que revelaban las sutilezas del genio y las horas y horas de lectura y lúcida reflexión del autor.