Construimos nuestros dioses y nuestros crímenes con familias. Llamamos Madre a la Patria, y a nuestros héroes Padres de la Patria. Designamos a un Dios Padre, a otro Hijo, y al restante Espíritu Santo, que es –catecismo dixit- el amor entre uno y otro-. Pero decimos que son uno y que el hijo se inmoló para restaurar heridas de la estirpe con el padre. Nuestra Iglesia se presenta como Esposa, y la madre de Cristo, como madre Virgen con marido Casto. Si deseamos explicar nuestros crímenes –y salvamos ese pecado original que gestó crucifixiones filicidasson los griegos con sus tragedias las que nos hablan de la Familia. De padres que mandan matar un hijo por temor, de pastores que lo abandonan por piedad y de hijos que matan padres y desposan madres por ignorancia. Y saber es conocer esta etiología criminal y cegarse. Imaginamos totems que son memorias de un parricidio. Y vedamos con tabúes y mortalidades los anhelos por conocer.