Según García Canclini (1990: 314-316) los graffitis son "un género constitucionalmente híbrido, constituyen una práctica que desde su nacimiento se ha desentendido del concepto de colección patrimonial, conformando un lugar de intersección entre lo visual y lo literario, lo culto y lo popular". El graffiti, muchas veces, afirma el territorio pero desestructura las colecciones de bienes materiales y simbólicos. El graffiti es un medio sincrético y transcultural; es un modo marginal, desinstitucionalizado, anónimo y efímero de asumir las nuevas relaciones entre lo privado y lo público, entre la vida cotidiana y lo político. También los cantitos futboleros, aunque formando parte del campo de la oralidad pura, desestructuran ciertas convenciones simbólicas y expresan y construyen sentido frente a ciertos temas de la vida cotidiana. Entre los más recurrentes aparecen aquellos vinculados con la regulación de la masculinidad, o mejor dicho de las masculinidades. En este sentido, el presente trabajo analiza la forma en que los graffitis y los cánticos futboleros expresan, regulan y controlan ciertos significados en torno a los cuerpos masculinos. Vale decir, la intención es identificar a través del torbellino de imágenes, de palabras y de cantos la forma en que éstos contribuyen a configurar cuerpos generizados, en especial masculinos. Para alcanzar tal objetivo se dividió el casco urbano de la ciudad de La Plata en cuatro cuartos2 registrando y analizando los graffitis existentes en su piel urbana. Asimismo, se recuperó la mayor cantidad de cantitos futboleros platenses. Los graffitis y los cantos futboleros cuentan una historia viril. Aquí va una versión.