Las diferentes percepciones que se fundan en cuerpos disidentes (ya sean cuerpos cis, trans, intersex) construyen la comprensión del mundo en el que somos, un mundo fenoménico al que nos abrimos, que es inagotable y no lo podemos poseer. Somos en el mundo que se nos presenta en este tiempo y espacio, y en tanto que existimos, somos susceptibles de modificarlo, porque las estructuras que nos estructuran (la escuela, la familia, los medios masivos de comunicación, etc.) fueron construidas en algún momento, y es hora de pensar en cómo deconstruirlas, enriqueciéndonos de otras experiencias, ensayando devenires diversos y disidentes. Es en la institución escolar donde ese ejercicio se potencia; por antonomasia, allí surgen reflexiones sobre las prácticas y los discursos que nos subjetivan y condicionan. En la Argentina, sin ir más lejos, luego de muchos años de lucha, se ha conseguido un marco de derechos sobre los géneros y las sexualidades, en el que las leyes de Educación Sexual Integral, Matrimonio Igualitario e Identidad de género encabezan una larga lista de derechos conseguidos que representan tan solo el inicio de un nuevo paradigma.