La palabra aborigen significa originario del lugar en que vive; alude a aquello que pertenece al primitivo habitante de una región. Hay aproximadamente 400.000 aborígenes en Australia. Si bien la población aborigen en ese país está distribuida en unos 500 grupos con alrededor de 200 lenguas o dialectos diferentes, estas comunidades se ven fuertemente vinculadas a partir de sus creencias espirituales y su amor por la naturaleza y la madre tierra. Se trata de una cultura tribal oral que sobrevivió una historia colonial difícil. Lo mismo se puede decir de las comunidades sudafricanas. Puestas en situación de desventaja, han cargado y lidiado por largos años con políticas hegemónicas tendientes a la marginación no sólo respecto del colonizador y sus descendientes, sino, por sobre todo, respecto de otros pueblos indígenas. Una pesada carga, sin duda. Sin embargo, lejos de haber perdido la voluntad de expresión, poetas con sangre indígena como Magoleng wa Selepe y Hyllus Maris han volcado en su obra literaria la figura del aborigen de su tierra natal. En este trabajo exploraremos los procesos de representación de la figura del aborigen y la reafirmación de su identidad en dos poemas de los autores mencionados.