Desde tiempos inmemoriales, la humanidad fue acosada por las enfermedades. Más o menos extendidas en el tiempo y en el espacio, siempre representaron una grave amenaza.
Sin embargo, en todos los casos, fueron superadas.
En realidad, la aparición de epidemias se incrementó a partir del Neolítico, cuando los hombres empezaron a cultivar la tierra y a domesticar algunas especies de fauna salvaje. De hecho, este contacto más estrecho con los animales provocó la transmisión de diversos agentes patógenos, lo que configuró lo que hoy se conoce como “zoonosis”. Un ejemplo concreto de los temores que generaban estos contagios son las prohibiciones establecidas por religiones como la musulmana o la judía, que impiden a sus fieles la ingesta de carne de cerdo y sus derivados. A lo largo del tiempo y según determinados parámetros establecidos por los especialistas, estas enfermedades generalizadas fueron categorizadas de diversas formas. Así, una epidemia es un mal que se propaga durante un tiempo determinado en un país o una región específica. Una pandemia es una epidemia que se extiende en el tiempo y en el espacio, y afecta a gran cantidad de individuos, para la que no existen ni tratamientos ni vacunas conocidos.
En este artículo, vamos a referirnos al desarrollo de tres grandes pandemias históricas:
1) la peste negra del siglo XIV en Europa, 2) las pandemias americanas durante la época de la conquista y 3) la gripe española de 1918.