La Fogata de ramitas y huesos de Roxana Páez logra sin duda con maestría y en una demostración de madurez estética, hacer confluir en el hilo delgado de los versos cada cosa y su reverso: por eso, más allá de la pena y la melancolía, incluso más allá de la nostalgia, crea su propio punto de incandescencia, su momento de combustión en que los elementos combinados exhalan un humo propio, con su perfume, su persistencia, su espesor particulares.