Con el exilio republicano posterior a la guerra civil de 1936-39 se produjo la dispersión y fractura del campo cultural español. Con mayor o menor conciencia, los escritores exiliados debieron adaptar sus proyectos creadores a las nuevas circunstancias. Entre ellos, Francisco Ayala dio tempranas señales de diseñar una estrategia para contrarrestarlos efectos de la diáspora intelectual.