La disputa entre Estados Unidos y China ha dejado de estar relacionada solo con asuntos comerciales y arancelarios, para volcarse a otros ámbitos, como el tecnológico, teniendo así mayores efectos para terceros estados.
El presente artículo invita, de este modo, a reflexionar sobre la posibilidad de que los países puedan quedar desligados de dicha puja, evitando las consecuencias de la misma. Sin embargo, ¿podría ser ello posible? Comenzaremos el análisis considerando a Huawei, la multinacional en telecomunicaciones china. Esta compite por proporcionar la red 5G a todo el globo, enfrentándose a proveedores como la sueca Ericsson, la finlandesa Nokia o la surcoreana Samsung.
Sin embargo, su expansión es vigilada de cerca por Washington. En línea con ello, el embajador de Estados Unidos en Brasil, Todd Chapman, ha declarado que la selección de los proveedores de 5G no es una cuestión comercial para Estados Unidos, sino un asunto de "seguridad nacional" (EE.UU. dice que habrá "consecuencias" para Brasil si opta por conexión 5G de Huawei, 2020). En este sentido, Estados Unidos teme que la compañía permita el acceso del gobierno chino a información sensible, violando así la privacidad de los datos.
La disputa tecnológica se traslada, entonces, al plano geopolítico, dado que lo que verdaderamente está en juego es el control de los flujos informativos, la soberanía informacional. De manera tal que, quien maneje la información, tendrá el poder.