La introducción de híbridos para la producción de carne y huevos hacia la década de 1960 provocó un cambio en la organización de la producción aviar del país, tanto en el manejo de las explotaciones como en la evolución de la actividad en su conjunto. Desde ese entonces el capital industrial comenzó progresivamente a insertarse en el sector modificando las modalidades de articulación entre los actores intervinientes como así también las formas de producción; esto condujo a un proceso paulatino de subordinación del pequeño capital que operaba en el eslabón primario. De esta manera las grandes empresas integradas verticalmente fueron adquiriendo relevancia en el control de la cadena productiva y, en la actualidad, gozan de un poder diferencial constituido a través de la integración contractual con los productores, que trasciende en la avicultura como el mecanismo más difundido de coordinación de actividades. Hoy día gran parte de los productores del país se insertan en la cadena aviar mediante esta modalidad contractual que tiene sus riesgos pero también beneficios.