En mi contribución a La educación Física en Argentina y en Brasil, un breve articulo que titulé “Conocimiento, saber y verdad” (palabras, por lo menos la primera y la última, profundamente imbricadas con la Metodología de la Investigación, puesto que se supone que ésta está para asegurarnos un conocimiento verdadero), confesé que en el comienzo de mis indagaciones sobre la identidad de la Educación Física tenía la ilusión de encontrar “una identidad de algún modo sólida, respaldada, si no en una esencia, por lo menos en una propiedad definitiva”, pero que la investigación no revelaba “naturaleza alguna sino, por el contrario, la ausencia de toda naturaleza” (Crisorio, 2003:24). En términos metodológicos, esta confesión es todavía difusa, imprecisa: deja inexplicados sus alcances epistemológicos y sus consecuencias metodológicas. En efecto ¿qué significaría que la investigación revele una identidad sólida, respaldada en una esencia o, por lo menos, en una propiedad definitiva, y qué indica que ella no descubra o muestre ninguna naturaleza? El término esencia ha sido entendido de muchas maneras, pero podríamos decir que, en general, se piensa con él la pura realidad de la cosa, la cosa en cuanto tal. La propiedad, o lo propio, en cambio, sería lo que sin expresar la esencia de la cosa pertenece sólo a esta cosa y puede permutarse con ella.