Los municipios de Mendoza trabajan desde hace años con una zonificación construida con metodología tradicional y un código de usos permitidos, no permitidos o condicionados. Con estos instrumentos, que son considerados como “planes”, esperan la presentación de emprendimientos particulares para evaluar el cumplimiento de normas y autorizar las mismas. Bajo esta concepción, la planificación de la ocupación del territorio, se sustenta en un plano con delimitación de zonas y un código de usos de suelo.
Este modo de trabajo, muestra claramente la falta de acciones para el manejo de desarrollos urbanísticos, la gestión del territorio sólo se limitan a mejoras puntuales desarticuladas con algunas obras de urbanización que son impulsadas, por organizaciones vecinales o aquellas que permiten la obtención de apoyo de la comunidad en tiempo de elecciones.
Las iniciativas en la planificación, se advierte como una situación estáticas, a la espera de propuestas y acciones externas, incluso, en varios casos en que los emprendimientos privados presentados, generan interés por parte de las autoridades de turno, las pautas normalizadas son modificadas o se les otorga excepción para lograr que la inversión se haga dentro del territorio municipal.
Las tareas en los órganos municipales son muy compleja y especialmente los controles, por eso, un trabajo integrado con la comunidad, permitiría una mejora especialmente en el control de la ocupación territorial; y es esto justamente, parte del proceso de un Plan de Ordenamiento Territorial, dado que el desarrollo del mismo, requiere la participación con consenso y acompañamiento de la comunidad que vive y uso el espacio.