La trilogía Los diarios de Emilio Renzi es la culminación del proyecto literario de Ricardo Piglia, muerto en Buenos Aires en 2017. Es una obra cuidadosamente concebida, con una poderosa voluntad de forma. No esconde los engranajes y sus puertas de entrada son múltiples.
Construida con formas breves (fragmentos de “diario”, relatos cortos) insertadas en una estructura narrativa extensa, puede pensarse como una gran estructura novelística disfrazada de “diario”. A Piglia, tan macedoniano en esto, siempre le interesó la experimentación con el género novela. El proyecto de escritura duró varias décadas y el tiempo es un componente fundamental de la obra. La base es autobiográfica: retoma escritos que Ricardo Emilio Piglia Renzi había anotado en papeles sueltos y en cuadernos a lo largo de varias décadas, transcriptos y reordenados en el tramo final de su vida con ayuda de una asistente por encontrarse –atenúa– “un poco embromado”.
Años de formación, el primer tomo, narra la juventud de Emilio, el ingreso a la vida intelectual en el umbral de la década del sesenta, entre proyectos colectivos de revolución y transformación vanguardista. Abarca de 1958 a 1967 y es, entre otras cosas, una novela de aprendizaje y una autobiografía ficcional que parte algo que desde los 17 años orienta la vida del joven Renzi, el deseo de ser escritor. El impacto de las primeras lecturas, la relación con el padre, la decisión de dedicarse por entero a la literatura a contrapelo de las opiniones familiares, la salida del hogar y la llegada solo a otra ciudad (“La Plata, donde efectivamente empieza mi vida, diría yo si estuviera contando mi propia historia”), el pasaje por la universidad y los primeros trabajos son tópicos habituales de una novela que relata los comienzos del joven que desea e imagina conquistar la ciudad con sus libros (las referencias que vienen a la memoria son varias, de Las ilusiones perdidas de Balzac a El juguete rabioso de Arlt o Retrato del artista adolescente de Joyce que, no por casualidad, termina con el “diario” del joven Stephen).