Tras su aparición en 2018 El Pasajero de Ulrich Boschwitz (1915-1942) se convirtió rápidamente en una sensación literaria en Alemania. Las peripecias de su publicación y la vida de su autor no causan menos asombros que los hechos que allí se narran. Escrita en 1938 la novela nos relata los avatares de la huida de Otto Silbermann durante los pogroms de la Noche de los Cristales Rotos. Casi inmediatamente después de esos acontecimientos esta obra fue redactada de modo febril en el lapso de un mes y constituye hoy un testimonio inigualable de lo trágico de aquellas jornadas. Silbermann es un próspero empresario berlinés, miembro respetado de la sociedad, excombatiente en la primera guerra mundial y judío asimilado cuyo sentido de pertenencia alemán es más fuerte que una identidad judía que nunca sintió como vinculante. Hasta la llegada de los nazis al poder, Silbermann había disfrutado de lo que podríamos considerar una vida feliz y apacible: enamorado de su esposa Elfriede, padre de un hijo radicado en el extranjero y exitoso hombre de negocios que sabe valorar lo previsible y el ritmo cómodo de los días. Pero ya en las primeras páginas de El Pasajero asistimos al desmoronamiento de toda esta cotidianidad guiados por la voz de un narrador distante, parco y hasta algunas veces ingenuo.