"Yo tengo una poderosa varita mágica: el método comparativo", jactóse una vez el brillante historiador francés Marc Bloch. Antes que "andar a la caza de semejanzas" como corrientemente se hace, "el método comparativo, bien entendido, supone más bien la observación de diferencias". Pero el presente estudio no pretende ostentar varitas mágicas, ni mucho menos ser original Simplemente quiere poner de relieve ciertos aspectos de las experiencias nacionales argentina y norteamericana durante uno de los períodos más críticos de la historia moderna.
Como las plagas medioevales, el pánico de Wall Street que comenzó en octubre de 1929 al agravarse se tornó un mal económico mortal que se propagó inexorablemente de un país a otro. El valor total de las exportaciones mundiales dejó a la mitad entre 1929 y 1933, en tanto que el índice del comercio mundial cayó verticalmente a un 35 por ciento de su nivel :en el año anteriores). "Esta no es una rotura que pueda ser remendada para que podamos reanudar la marcha nuevamente", advirtió Henry Ford, él mismo símbolo viviente del dinámico crecimiento industrial norteamericano operado en las tres primeras décadas del siglo. "Es el fin de una era". Realmente lo era, aunque los líderes políticos en Estados Unidos y en la Argentina.
necesitaron distintos lapsos de tiempo para afrontar la desagradable verdad con decisión. Lo que hicieron -o dejaron de hacer- en tal sentido constituye el tema de esta breve investigación.