Nuestro universo de movimientos, gestos y actitudes es resultado de un largo y (des)conocido proceso en donde ciertas pautas y mandatos sociales van penetrando en el cuerpo, van recorriéndolo en toda su capilaridad y van ejerciendo una permanente vigilia sobre el mismo. No sólo "lo que hacen los agentes (varones y mujeres) tiene más sentido del que saben, porque nunca saben por completo lo que hacen" sino que, al mismo tiempo, (des)conocen que lo que saben y hacen, es una posibilidad entre otras. Este proceso, que no es monolítico y que ofrece ciertas resistencias, se ha ido configurando en diferentes espacios institucionales, entre ellos la escuela. La institución escolar ha sido uno de los espacios institucionales -aunque no el único- que ha contribuido en el proceso de construcción de cierto orden corporal. Sin embargo, el orden corporal escolar no es cualquier (des)orden. Lleva implícito ciertas reglas, ciertas prácticas y ciertos saberes. El siguiente artículo indaga en dicho orden y sus efectos en la configuración y reconfiguración de los cuerpos masculinos y femeninos centrándose -aunque no exclusivamente- en la disciplina escolar conocida como Educación Física, desde 1884 hasta principios del siglo XX, tomando como fuentes de análisis los Programas Escolares Primarios de Argentina de dicho período.