Hacia fines del siglo XIX se presenta en la realidad pedagógica de la educación un panorama en dos posturas claramente delineadas y opuestas. Por un lado la corriente pedagógico-científica, representada por aquellos que, al tanto de la evolución de las corrientes europeas en educación física, trataban de infundir y difundir en la práctica los principios rectores provenientes de la Fisiología, la Higiene, la Pedagogía y la Medicina.
Por otro lado, la corriente que llamaremos militarizada representada por el sector perteneciente al ejército y que estuvo presente en las decisiones políticas que involucraban a la educación física nacional.
Se podría definir esta situación dicotómica como la resolución del enfrentamiento entre la corriente de pensamiento positivista y el antipositivismo quedando esta última postura como veremos en la orientación que va a prevalecer durante las primeras décadas del siglo XX.