La sede del Museo de Ciencias Naturales de La Plata fue, desde sus inicios, cuidadosamente planeada desde lo científico y pedagógico pero también desde lo paisajístico, estético y estilístico...’’ Estas apreciaciones de Fabio Grementieri las encontramos con frecuencia en la profusa bibliografía que nos presenta al Museo de La Plata en todas sus dimensiones. Sin embargo, cuando ingresamos cotidianamente quienes allí trabajamos e incluso el público que lo visita con la motivación de absorberlo todo, es probable que sus detalles decorativos se pierdan ante la fuerte atracción que ejercen sus colecciones científicas presentadas en las numerosas salas de exhibición. Dispuestas sobre una planta que fue delineada a partir de al menos dos fuentes teóricas que inspiraron a Francisco P. Moreno, a saber: el papel eminentemente pedagógico que un museo posee y la teoría de la evolución, su creación no postergó la incorporación de elementos decorativos y detalles estilísticos que dieron al edificio un encantamiento particular. En él se percibe un profundo sentido valorativo y reconocimiento de las raíces americanistas, poco común en la época en que se construyó este museo, que motivó el criterio que le condujo a definir una profusa decoración de su interior que emerge en todas sus salas, distintas dependencias, las paredes de las escalinatas y de sus dos grandes espacios circulares del hall de entrada y el primer piso.