Coincidiendo con los veinte años de la creación de Olivar, resultado de la colaboración asociada de las profesoras al frente de las cátedras de Literatura Española I y Literatura Española II, tomo la pluma –permítaseme la varias veces arcaica sinécdoque– no para invitar, como entonces, a los que serían, con distintas funciones, imprescindibles compañeros de viaje, sino para escribir unas líneas de despedida cuando la publicación ha pasado a manos de una generación más joven.