He aceptado la invitación, para mí tan honrosa, de la Asociación Nacional del Profesorado Secundario, á fin de exponer en esta sesión la manera cómo, en mi entender, debe resolverse la cuestión de la preparación de dicho profesorado en la Capital de la República, porque mi nombre ha sido invocado en la discusión pública y privada del asunto como el del iniciador de la idea de fusionar, en una nueva Facultad de Filosofía, á la actual de Filosofía y Letras y al Instituto Nacional del Profesorado.