Cumpliendo una disposición de nuestros Estatutos, nos reunimos para iniciar oficialmente un nuevo curso universitario. Hace un año que, congregados como hoy con los mismos fines é investido también entonces de la más alta autoridad dentro de la institución, daba la bienvenida y abría las puertas del gran hogar universitario al eminente profesor de la Universidad de Berlín, doctor Walther Nernst, quien debía hacernos partícipes de sus enseñanzas y estrechar más y más los lazos que nos unían á esa colmena maravillosa de la Alemania intelectual. Los votos formulados en aquella ocasión solemne se cumplieron, los ensueños forjados se definieron más y al decir adiós al Maestro, pudimos sintetizar su obra breve pero profunda, en nuestro ambiente, comparándola con el rayo de sol que ilumina de pronto el aire obscuro, silencioso, desierto é inmóvil y en él descubre y agita enjambres de corpúsculos infundiéndoles la vida.