Uno de los acontecimientos más significativos en la vida de las universidades argentinas, y por tanto, de la enseñanza nacional, es el sencillo acto escolar á que asistimos, en el cual damos la cariñosa y fraternal bienvenida en el núcleo de nuestros institutos facultativos al Colegio Nacional de La Plata, elevado hasta ser digno de esta transformación, por sus dos últimos directores, Delheye y González Litardo, herido el primero en la recia labor después de salvar incólume el noble estandarte de la cultura y la disciplina, aprendidas en una vida de honestidad y de trabajo; consagrado el segundo por la opinión misma, como un continuador animoso y consciente, y por el Consejo Superior, como un educador capaz de afrontar la magna tarea que habrá de empezar en 1908, con la nueva expansión que al colegio le está decretada.