Como un ave viajera y errante peregriné hacia el Viejo Mundo en busca de los cambiantes panoramas de sus paisajes y de las fuentes profundas de la cultura. Como siempre, lo hice con la sensibilidad alerta para tratar de captar las más recónditas manifestaciones del arte, de las costumbres de sus pueblos, de sus tradiciones celosamente conservadas, de sus modos de vida, deseando comprender, apreciar, admirar, amar. En las numerosas charlas que he pronunciado a mi regreso a La Plata he intentado trasmitir con mi pobre palabra las impresiones recibidas. Ahora, en estas carillas, trataré de proporcionar algunas referencias sobre un país en el que más oportunidad tuve de conocer, alternar, convivir y observar: Holanda.