Que el campo de estudio de la Literatura Infantil y Juvenil (en adelante LIJ) es un ámbito consolidado y en constante expansión —por suerte— ya es una realidad. Desde una multiplicidad de enfoques se estudian cada vez más las poéticas y las características de la mediación literaria propia de este campo en particular. Uno de los aspectos que consideramos necesario seguir ampliando es la Didáctica específica de la Lengua y la Literatura (en adelante DLL) en lo que concierne al trabajo con obras de literatura infantiles y juveniles. Nuestro interés en ese sentido es explorar cómo se puede promover la circulación de la LIJ en la escuela secundaria, reconociendo su potencial para la formación de lectores literarios. Frente a una preponderancia del Canon con mayúscula, ese que privilegia las obras de la “gran” literatura internacional, la literatura infantil y juvenil siempre fue considerada una “hermana menor” en la educación literaria en la escuela secundaria. Si bien los diseños curriculares de nivel secundario en la Provincia de Buenos Aires fueron otorgando —reforma tras reforma— cada vez más independencia a los docentes frente a la antigua prescripción rígida de las lecturas, aún quedan huellas de esa rigidez y una cierta preferencia por lecturas antiguas más que modernas. Si bien en el Diseño Curricular vigente para la Secundaria (DGCyE, 2007), tanto Básica como Orientada, expresa que las obras allí listadas son “sugerencias”, para muchos profesores noveles pueden resultar una guía válida —si no la única—, y como tal ahonda el camino que separa a la LIJ de las aulas de secundaria. Con autores internacionales como Kipling, Twain, Verne, Wilde; o nacionales como Bioy Casares, Borges, Denevi o González Tuñón, sumados a obras clásicas como la Ilíada, la Eneida, la Canción de Rolando y Edipo Rey, estas “sugerencias” lo último que hacen es considerar a la LIJ como una lectura posible en las aulas de secundaria.
Para pensar cómo promover la ampliación de las lecturas de literatura infantil y juvenil en las escuelas, consideramos necesario indagar cómo acceden a ella los y las docentes que están en formación hoy en día, tomándolos como punto de partida para que la LIJ pueda circular en las aulas de la secundaria. Para poder generar esas situaciones de lectura literaria, para que la LIJ sea una herramienta para promover la discusión de sentidos y la ampliación del camino lector de nuestros estudiantes, creemos necesario que en la formación docente se lea, se estudie y se disfrute la LIJ, en una búsqueda de que al compartirla, luego sea compartida en las aulas.