Por habitar el lenguaje, hombre y mujer, se dicen. Decirse “él” o decirse “ella”, remite a las propiedades del significante y en el extremo, ni el hermafrodita se salva de caer en uno u otro lado, salvo por algún horror dice Lacan… o segregación propia del avance de la civilización —modo en el que concluye el seminario de referencia—.
Así el lenguaje divide las aguas en género femenino y masculino, pero nos deja en la ignorancia acerca del goce sexual.
Con las fórmulas de la sexuación, Lacan nos orienta en estos problemas.