Cuando el 22 de mayo de 1854, trescientos sesenta y un labradores arrendatarios del partido de Chivilcoy enviaron a la legislatura porteña un petitorio solicitando el fin del pago de arrendamientos a los ex enfiteutas y la venta de las tierras públicas del partido, podrían haber dado el puntapié inicial de un proyecto tendiente a lograr una distribución más equitativa de la tierra en la campaña bonaerense. Si ese fue su interés lo lograron sólo parcialmente. Este episodio, que tiene como protagonistas a los labradores que conformaban a la elite chjivilcoyana será abordado en esta oportunidad en forma parcial, al intentar delinear el perfil de los protagonistas.
La movilización de labradores por ser un hecho relativamente inédito en la historia de nuestro país sigue causando admiración hasta hoy. A diferencia del resto de América Latina donde las reformas liberales fueron acompañadas por cruentas luchas sociales y políticas, aquí fueron muy poco habituales las movilizaciones campesinas, ya que supuestamente primó la convivencia armónica entre terratenientes y arrendatarios, fruto del acuerdo fundamental basado en la mutua convivencia económica. Su excepcionalidad torna interesante el abordaje de esta movilización, en el contexto de los debates que acompañaron el proyecto político de una nación aún en ciernes.