Como en toda enfermedad infecciosa, tenemos en el tétano dos elementos que combatir: los síntomas y la causa. La curación, por consiguiente, debe ser sintomática y causal. Es sabido que los síntomas del tétano se caracterizan por las contracciones continuas de los músculos voluntarios que según la localización se llaman trismo, empros- tótono, opistotono, pleurostotono, y por una exageración de la función refleja que se traduce en una hipevescitacion del sistema nervioso. Estos síntomas, idénticos á los del tétano estrícnico, con variación de tiempo, son los efectos de una sola causa, de un elemento infeccioso que Nicolaier descubrió en 1884. Es este elemento causal, el bacillus Nicolaier, que debe ante todo preocuparnos, y contra el cual debemos especialmente dirigir nuestro tratamiento terapéutico.