Marzo del 2020 nos recibió con la sorpresa de la virtualidad. La pandemia se extendió geográficamente más de lo esperado y nos encontramos el lunes 18 de ese mes sin poder concurrir al aula y encontrarnos a trabajar con nuestros alumnos. En nuestra comisión A10 de Matemática A, como suponemos que pasó en todas las demás, nos vimos envueltas en el desconcierto y la incertidumbre.
La incertidumbre se cernía en dos aspectos disímiles: la incertidumbre temporal, de no saber por cuánto tiempo estaríamos aislados y trabajando de manera virtual; por otro lado, la incertidumbre académica, de no saber cómo desarrollar nuestra labor docente en la nueva modalidad.
El devenir de ese primer cuatrimestre -porque finalmente las “tres semanas de aislamiento” se extendieron indefinidamente- lo hemos relatado en Del Río, Knopoff, Boero y Ciliberti (2020).
Cuatrimestre mediante, nos volvimos a encontrar con la estructura áulica -virtual- de la comisión A10 en marzo de 2021, con un nuevo grupo de estudiantes que traían diferentes características al del año anterior, aunque la “idiosincrasia” de este grupo seguía siendo la de los Ingresantes de Química, que constituían la gran mayoría de los alumnos. s decir, el grupo supuestamente sería “similar” al de todos los años, con la salvedad de ser el primer contingente de alumnos que provenía de un último año de escuela secundaria en modalidad virtual.
Entre las grandes diferencias que presentó este grupo con los que teníamos habitualmente (hace unos cuatro años que trabajamos con los ingresantes de Química) encontramos mayoritariamente que:
● No conocían el espacio físico de la Facultad ● No conocían la ciudad de La Plata (los alumnos del interior) ● No se conocían entre ellos ● No podían tomar mate entre ellos, ni con nosotros, durante el horario de clase.
En estas condiciones, nos preguntamos cómo hacer para generar no solo las mejores condiciones de aula para desarrollar los contenidos sino también aquellas que permitieran construir la identidad de grupo y la pertenencia institucional. Con respecto a las actividades áulicas, estábamos convencidas de operar de manera virtual de alguna forma que nos acercara a la dinámica que solíamos tener en las aulas físicas, es decir al trabajo en grupos, con los docentes trabajando “mano a mano” con los estudiantes.