La presente propuesta se relaciona con los estudios de los enterratorios entendidos como lugares, a partir de los cuales es posible abordar problemas en torno a las identidades sociales. En trabajos anteriores hemos establecido que los enterratorios, a diferencia de lo que generalmente se ha considerado, no sólo reflejan el status social, condición étnica y jurídica del enterrado, sino más bien todo un entramado de relaciones sociales, entre las que encontramos rasgos de exclusión, lazos de sujeción, vinculaciones personales y de grupos. De esta forma, la noción de lugar de entierro se conforma a partir del diálogo entre espacio, ritualidad, interacción social e imaginarios en torno a la muerte. Los cambios en los enterratorios pueden asociarse, por tanto, a trasformaciones en el entretejido de las relaciones sociales o en los imaginarios.
Con la guerra y la militarización que se inicia hacia 1810, a la “gratuidad por pobreza” que encontraba fundamento en la doctrina de la salvación de los pobres -ya que “de ellos es el reino de los cielos” según versan las Bienaventuranzas, o a aquella producto de los servicios prestados a la Iglesia por los “pobres de espíritu”-, se superpone la ordenada por el Gobernador que extiende esta gratuidad a quienes se registra como gauchos. Sin embargo, con la muerte de Güemes, los registros retoman la gratuidad asociada a la pobreza.
El objetivo del presente trabajo es profundizar en la condición de gratuidad de los entierros como marca de identidad social en el proceso de movilización social asociada a la guerra y a la politización. Como así también, identificar la dinámica de sujetos, instituciones que intervinieron en la configuración de los grupos a los que se les asignaba esta condición de entierro gratuito.