“Las salamancas de Lorenza” es un ensayo de microhistoria. El eje central es el estudio de la alteridad cultural del mundo de la hechicería a través de proceso judiciales en el contexto colonial del siglo XVIII. Una de las hipótesis centrales que la autora desarrolla a lo largo del libro es que los imaginarios de acusadores y acusadas (no necesariamente contrapuestos), en las confesiones obtenidas bajo tortura, van moldeando un estereotipo de la hechicería y la salamanca, de contenido mestizo. Si bien se pueden reconocer elementos de la demonología y las tradiciones populares hispánicas, se trata sobre todo de la reformulación de rituales ligados a una cosmovisión indígena más antigua que se mestiza y se extiende socialmente, cambiando su significación. Es así como la celebración de juntas y borracheras relacionadas con ciclos vitales fue demonizada, conjuntamente con el consumo de alucinógenos y la vinculación cultural entre los habitantes del Tucumán y el Chaco. Ello, a su vez, tamizado por el universo interpretativo del juez y del traductor de las confesiones, casi todas en quechua.