Una de las cuestiones más importantes para nuestra industria ganadera, es sin duda alguna, la de la vacunación anti-carbunclosa. Se pierden muchos millares con la propagación del carbunclo en todas las provincias, y sería un benemérito restaurador de la riqueza nacional, quien consiguiere prevenir este terrible mal. Afortunadamente, la ciencia no está desarmada contra esta temible plaga, que diezma nuestros ganados, y al lado de las medidas de índole general, comunes a otras enfermedades infecciosas (abandono temporal, desinfección del campo por el fuego, aislamiento de los animales enfermos, destrucción de los cadáveres de los muertos por infección, etc.), posee, debido especialmente a Pasteur y a Chauveau, un medio preventivo específico de gran valor, cuya utilidad práctica se ha demostrado por centenares de miles de aplicaciones en todo el mundo civilizado. Este medio consiste en las vacunaciones anti-carbunclosas, pudiéndose considerar completamente comprobado, que siendo convenientemente aplicadas, hacen al animal resistente a la enfermedad expontánea así como a la experimental, confiriéndole lo que la ciencia llama inmunidad activa.