No nos proponemos al escribir este opúsculo más que poner en manos del agricultor o del ganadero en la República Argentina, un recurso bastante ignorado por cierto entre nosotros, con que mejorar sus dominios en las partes ingratas a todo género de beneficios; o mejor dicho, con que explotar en provecho de la tierra y del ganado, una riqueza improductiva, como es la que ofrece la naturaleza en el desierto árido. Tampoco nos dirigimos a los profesionales en la materia, porque sería pretensión ridícula la de querer escribir en pocas páginas una obra científica, sobre un tema como éste, que a todo título merece una atención muy vasta. El objeto es infinitamente más modesto: solo buscamos que la conclusión de nuestras demostraciones anime a los lectores a observar por sí mismos los fenómenos cuyos caracteres se bosquejan. Entonces, recién, reconoceremos que no era imposible llevar a cabo una obra ante cuyas dificultades debe arredarse el más osado.