En el curso de más de treinta años, me ha preocupado vivamente el destino de la obra de mi padre, pintor, y he presentado exposiciones de sus obras desde esa singularísima avanzada del arte que representan las expresiones de arte humanista, en Van Riel, 1946, que inician su revaloración entre las nuevas generaciones, hasta la muestra retrospectiva con carácter de homenaje del Museo Nacional de Bellas Artes, 1963 y en otras salas, de la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos a la Escuela Superior de Bellas Artes de La Plata, del Museo Rosa Galisteo de Rodríguez de Santa Fe, a las galerías Peuser, Rioboo-Nueva y Witcomb de Buenos Aires. También he escrito en libros, revistas y periódicos acerca de su obra, y no menos lo hicieron artistas y críticos argentinos y extranjeros a propósito de aquellas muestras. No obstante, estimo que hoy, a quince años de su muerte, Faustino Brughetti es aún el gran incomprendido de la pintura argentina.