Las memorias eran para Próspero Mérimée una suerte de “conversaciones familiares del escritor con su lector, únicas que suministran esos retratos del hombre que me divierten e interesan”. Otro tanto pudiera decirse de las anécdotas, cuando ellas son contadas en forma objetiva por contemporáneos del personaje a quien conocieron de cerca, o bien circunstancialmente, pero en este caso con relación a una situación concreta de la que fueron testigos. Unas y otras expresiones, formales o repentistas, muestran rasgos o facetas íntimas de un autor y, como quiera que sea, ayudan a un mejor conocimiento de su personalidad.