La tesis nos hace ver que mientras la minería se iba transformando en política de Estado, la empresa y los capitales externos comenzaban a influir materialmente en el territorio; en paralelo, se iba intentando generar desde el poder un patrón de identificación y la población empezaba a mostrarse más fuertemente vinculada con la tradición local; al mismo tiempo se producía la competencia por el agua, lo que dividía aun más ambas identidades. En ese proceso, la autora prefiere comenzar a buscar los aspectos silenciados en los informes, las complicidades entre el Estado y el mercado; abandona los conceptos tradicionales de desarrollo local y va hacia otras nociones, como comunidades imaginadas