El 28 de octubre de 1922, los fascios di combattimento, liderados por Benito Mussolini, entraban en Roma amenazando con hostigar a la capital si su líder no era designado primer ministro por el rey Víctor Manuel III.
Así, se iniciaba un proceso que no solo afectaría profundamente a Italia, sino que también abriría las puertas a un poderoso fenómeno político, tan novedoso como distorsivo: el Totalitarismo. De hecho, en Europa, este régimen se replicaría en otros dos Estados: la URSS de Stalin, a partir de 1925 y la Alemania de Hitler, desde 1933.