La filosofía empieza por el escepticismo como la espada por la punta. Así terminaba yo mi postrera conferencia, dejando al cabo de ella esta advertencia de peligro como en las revueltas de los caminos reales alguien levanta una senal de precaución. Encargada la filosofia de determinar y asegurar las condiciones de toda teoria, de toda verdad; siendo esta su teoría lo que sirve de baluarte a todas las demás, es menester que labre un cuerpo exento de poros e intersticios, donde no logre injertarse nunca este estilete del escepticismo, tan audaz y tan sutil.