Ha sorprendido a muchos el número y la solicitud de vuestra asistencia a este lugar donde se hablaba de filosofía. Con evidente error se ha atribuido a no sé bien qué mérito de mis exposiciones. No hay tal y protesto formalmente de ello. Sabéis que desde hace muchos años, en todo el mundo civilizado, comienzan a formarse públicos compuestos de elementos idénticos a los que en este recinto se hallan, siempre que se anuncian temas filosóficos. No sois, pues, prueba de la verdad de mi manera de pensar. Sois algo más hondo, serio y benéfico: sois un signo de los tiempos.