El tomate sin injertar se conduce normalmente a un tallo, aunque existen antecedentes de buenas respuestas productivas con conducción a dos ramas. Las plantas injertadas, por su vigor, pueden sostener más fácilmente la conducción a más tallos; reduciéndose la densidad de plantación, y consecuentemente, los costos de implantación, condición favorable dado el mayor precio de los plantines injertados. Sin embargo, en plantas injertadas puede producirse un retraso en las fases reproductivas, repercutiendo en la precocidad, mientras que a mayor número de ramas, el aumento en cantidad de frutos formados puede generar competencia y reducción de su tamaño. En tomate, la producción puede ser modificada por el cultivar, la práctica del injerto, el portainjerto y el número de ramas por planta. Sin embargo, en general, el planteo de los trabajos no permite diferenciar respuestas atribuibles al uso de injertos, la forma de conducción o a la interacción de estos factores. Este trabajo tuvo como objetivo estudiar el efecto del injerto y número de ramas por planta sobre la precocidad y productividad en tomate.