En la ciudad de Pereira, en Colombia, donde su enorme vitalidad lo había llevado para dictar un seminario y conferencias, en un país que amaba y que siempre lo recibía con los brazos abiertos, falleció el pasado 6 de octubre el enorme y entrañable profesor, crítico literario, ensayista, escritor, intelectual, Noé Jitrik. No resulta sencillo despedir a quien, sin dudas, se constituyó como maestro de varias generaciones y cuya notable trayectoria gravitó en la renovación de los estudios literarios argentinos y latinoamericanos, desde sus primeros aportes en los años cincuenta del pasado siglo hasta sus trabajos más recientes, ocupados y preocupados por el espesor de la tarea crítica, por el hallazgo de la palabra justa, por la incesante actividad lectora y también, por el placer de la escritura creativa. Pero tampoco resulta fácil decirle adiós a Noé, porque su figura cálida supo irradiar la sabia conjunción del saber y del afecto, del rigor académico y de la potente sensibilidad, del compromiso ético y de la generosidad intelectual.