El fuerte crecimiento económico de estos años se dio en un contexto de escaso nivel de crédito. La inversión más que duplicó su participación en el PBI y ya es superior a la que se registraba en el mejor momento de los 90; sin embargo, el stock de crédito actual es menos de la mitad en términos del producto. Incluso, la mayoría del crédito interno actual se destina a consumo. Más allá de que pueda ser saludable que algunos sectores no crezcan motorizados por el crédito (para evitar burbujas que luego se pinchan y generan desastres) resulta necesario contar con financiamiento de largo plazo para infraestructura pública y proyectos productivos no promocionados por los precios internacionales. Las nuevas medidas no apuntan a solucionar los principales problemas de financiamiento de la economía.