Desde que Estados Unidos pasó de ser acreedor neto del mundo a deudor neto, hace ya 20 años, el crecimiento de su endeudamiento externo fue creciente. En los últimos cuatro años, para generar una fase expansiva, exprimió aún más su privilegiada posición para endeudarse: su deuda externa total creció en 10 billones de dólares (se duplicó en términos de su PBI), en buena medida en base a endeudamiento privado. Este esquema es el que vimos colapsar en estos últimos tiempos. Las repercusiones serán diferentes, en todo sentido, a las del fin de una burbuja cualquiera de un país emergente.