La imaginación sociotécnica sobre la aplicación de la inteligencia artificial a la educación no surge de un vacío. Al momento en que irrumpen las IA generativas a finales de 2022 ya se había recorrido un largo camino que se remonta tanto en la participación de Seymour Papert en los trabajos pioneros del grupo de IA de Marvin Minsky en el MIT de los 1960s como la creación de la palabra robot en una obra de teatro checa de 1920.
Emergente de la disputa tecnológica entre las tecnológicas norteamericanas y chinas, la IA generativa avanza sobre una de las actividades más exclusivamente humanas. Mediante el desarrollo de grandes modelos de lenguaje se sobrelapa con el trabajo intelectual humano en la lectoescritura. Ya afectada por la TV desde los 1950s, la enseñanza del dispositivo escolar moderno sufre otra inestabilidad esta vez a manos de los algoritmos inteligentes.
La construcción social de la IA generativa, lejos de una transición suave hacia la educación híbrida, enfrenta en el ring del capitalismo algorítmico visiones antagónicas del futuro de la educación, agregando a las tensiones ya presentes de la batalla cultural que se libra en el terreno escolar una nueva capa de tensiones que afectan tanto la práctica docente como la disputa política por el futuro de la educación.