La biodiversidad puede definirse como el número total de genes, especies y ecosistemas de una región determinada; su valor puede ser estimado desde los puntos de vista científico, ético, estético y productivo. El uso, aplicación y función de dichos valores en el contexto de los sistemas ecológicos es lo que los científicos denominan "servicios del ecosistema", los cuales son fundamentales para el equilibrio y desarrollo armónico de la vida en el planeta. Entre los numerosos ejemplos, puede destacarse el papel de los bosques tropicales y las turberas como mitigadores del calentamiento global, al actuar como sumideros de dióxido de carbono, el de los humedales como proveedores de agua y el de los cursos fluviales en la producción pesquera.