Es notable y perceptible sin demasiado esfuerzo la gran cantidad de relaciones existentes entre la filosofía de Santo Tomás de Aquino y la filosofía árabe, al menos en lo que respecta a sus mayores exponentes: Avicebrón, Avicena y Averroes. Sin embargo, existe otro punto de entrecruzamiento entre Aquino y el pensamiento musulmán cuyo epicentro se encuentra concretado en el tercer libro de su Suma contra gentiles, capítulo 69. La referencia es aquí a “quidam loquentes in lege Maurorum”. Se trata de una secta de teólogos del Kalam, o Montecalminos, quienes entre los siglos VIII al X supuestamente profesaron doctrinas que niegan toda capacidad causal a los entes creados con el objeto de resaltar la omnipotencia de Dios. Por el contrario, Tomás defenderá aquí la eficiencia causal de los agentes naturales. En principio, la importancia de esta relación entablada con tales teólogos especulativos del Islam aparenta ser menor si se tiene en cuenta las escasas veces que Tomás alude a ellos en su vasta obra. En efecto, dichas referencias pueden contarse con los dedos de las manos, aún teniendo en cuenta las veces que alude a ellos sin siquiera nombrarlos (como, por ejemplo, en el Comentario a las Sentencias, II, d. I, q. I, a. 4 y en Suma Teológica. I, q. 105, a. 5, donde son señalados con un simple “aliqui”).