Honestamente, no creo que haya habido un solo párrafo de Diferencia y repetición que no haya sido objeto de intenso debate en las reuniones periódicas de nuestro grupo de Investigación “Deleuze: ontología práctica”. Sea por lecturas enfrentadas o –lo que es lo más frecuente– por la resistencia de los integrantes del grupo a abandonar un párrafo sin haber alcanzado algún tipo de comprensión del mismo. Una comprensión que no sea del orden de la apariencia, sino que tranquilice el espíritu de quienes se interrogan por el texto.
Honestamente, la profunda complejidad tanto del libro que estudiamos como de las cuestiones que él mismo aborda, lleva a que, muchas veces, sea la llegada de la fatiga, más que la de la comprensión, lo que nos hace pasar al párrafo siguiente. Sin embargo, la obsesión característica de las mentes que nos componen lleva a que los conceptos que han quedado oscuros retornen, como problema, como pregunta, una y otra vez.