El segundo sexo (1949) considerado la más significativa de la teoría feminista del siglo XX, constituye un hito clave de una tradición, como le gusta decirlo a Cèlia Amorós, y guarda aún extensas zonas inexploradas. En parte, porque el impacto de no se nace mujer, se llega a serlo oscureció otros aspectos por demás significativos del ensayo. En parte, también porque poco se sabe de los antecedentes históricos a los que a veces Beauvoir parece estar remitiéndose en un juego complejo de complicidades. En estas pocas páginas, me voy a referir a los antecedentes de El segundo sexo (1949), que tienen que buscarse –como se sostiene habitualmente en la filosofía de la Ilustración y además en su modo característico de expresión: el ensayo.
A mi juicio, esto es efectivamente así aunque no siempre se lo ha especificado: por un lado, el estilo ensayístico de la obra, vincula a Simone de Beauvoir a los grandes moralistas franceses: Voltaire, Montesquieu, D´Alembert, Diderot, Gouges, entre otros/as. Todo/as alejados tanto del estilo dialógico de raigambre clásica como del tratadístico que desde Descartes en más había¡ inaugurado la filosofía de la Modernidad. Por otro lado, El segundo sexo se relaciona también directamente con los debates ilustrados sobre la "cuestión femenina". Me referiré esquemáticamente, en ese orden, a ambos aspectos a fin de mostrar este doble vínculo de estilo y contenido.