Los conflictos sociales y políticos forman parte de cualquier monografía bien documentada sobre la crisis de la República romana. Las dimensiones del proceso, la periodización precisa de su dinámica de cambio y las categorías empleadas para conceptualizar esta parcela de la historia alimentan el debate historiográfico especializado. En este sentido, el estudio de la violencia aparece como una variable dependiente de la interrelación de factores económicos, sociales, culturales y políticos, pero pocas veces concita una reflexión particular y sostenida como la que puede atribuirse, por ejemplo, a los historiadores Andrew Lintott y Antonio Duplá. La mayor parte de los investigadores reduce el estatus de la violencia a una mera consecuencia de las transformaciones ocurridas en la sociedad romana por la adquisición del imperio territorial, el incremento de la desigualdad y la militarización. Con notables excepciones en la bibliografía, la violencia resulta un componente esencial de las narrativas históricas, aunque predominan explicaciones funcionalistas. El avance en la formulación de nuevos problemas y modelos explicativos sobre la República romana tardía impone una necesaria revisión de las hipótesis vigentes. En este sentido, las publicaciones recientes apelan a conceptos y enfoques renovados para comprender las dimensiones materiales, intelectuales y simbólicas de la violencia. Una tríada que se articula en el libro de Chantal Gabrielli, "Res Publica Servanda Est…", que comentamos a continuación. La autora problematiza la relación entre práctica política y violencia en la reflexión historiográfica antigua y moderna. De este modo, analiza cómo las narrativas históricas sobre las revueltas de los hermanos Tiberio y Cayo Graco modelaron la comprensión de la crisis del sistema político, planteando un diálogo presente-pasado que intervino en la diatriba intelectual de la época y condicionó la reconstrucción histórica moderna.