Dentro de una organización de pequeños y pequeñas productores/as rurales funciona desde el año 2016 un espacio al que se denomina Rondas de Mujeres. El mismo se inspira en los círculos de la cultura y los círculos de autoconciencia feministas. En las rondas, a partir de una metodología de educación popular, se reflexiona sobre distintas preocupaciones, inquietudes, problemáticas de género, permitiendo politizar la vida cotidiana y problematizar las prácticas y discursos patriarcales que sustentan la desigualdad de género.
Cuando la confianza se entreteje y la palabra se habilita, las historias aparecen, las felices y las sufrientes. Con este piso de construcción en común las participantes de las rondas, y de la organización, solicitan acompañamiento para dar fin a situaciones de violencia doméstica (según definición de la Ley Nº 26485) o en vínculos sexoafectivos.
En este trabajo reflexionamos sobre los tipos y las modalidades de violencias que atraviesan mujeres horticultoras organizadas en un movimiento de pequeños/as productores/as rurales del Gran La Plata. Asimismo, a partir de describir cuatro de las situaciones acompañadas por militantes de la organización, nos proponemos visibilizar los obstáculos y limitaciones que emergen durante el tránsito por el circuito institucional estatal encargado de intervenir en la problemática.