El punto de partida de estas reflexiones está dado por un conjunto de elementos que deben ser tomados como afirmaciones generales y se entrecruzan en la política internacional actual.La democracia ha sido falseada, convertida desde una forma de orden social a un mero elemento formal en el marco de una política que se empobrece.Los líderes mundiales actuales no tienen la inteligencia ni la visión política necesarias para enfrentar los desafíos de nuestros tiempos.El empobrecimiento de la política se ha montado sobre herramientas de comunicación y tecnológicas que limitan la capacidad de las personas de mantenerse enfocadas sobre un tema, lo que a la vez genera que el pasado se disuelva extremadamente rápido.Las nuevas formas de comunicación interpersonal han arraigado burbujas de opiniones sin interconexiones entre sí, reforzando la sensación de cada persona de estar en lo cierto y tener el acompañamiento de la mayoría, quebrando las bases para un diálogo entre iguales donde se valoren las opiniones del otro y el disenso sea un resultado válido.El no reconocimiento de quienes piensan diferentes lleva a la identificación del “otro” como un potencial agresor, un peligro, y justifica su destrucción o exclusión.Sin diálogo ni reconocimiento de los otros no puede haber un sistema multilateral efectivo, no importa cuán buena o mala sea su gobernanza.Frente a problemas complejos (wicked problems), imposibles de resolver a nivel Estatal porque su naturaleza es transfronteriza o global, y sin importar cuán urgente pueda ser solucionarlos o los posibles efectos por no hacerlo, el fracaso permanente del multilateralismo se convierte en una justificación de su inutilidad, ofreciendo una cortina difícil de correr que esconde a sus verdaderos responsables: los líderes de gobierno en un mundo organizado con los Estados como su unidad fundamental.Regrese al punto uno para reiniciar el ciclo.